domingo, 24 de julio de 2011

¿Qué falló en lo vuestro?

Hay un programa de radio que se emite en cadena Dial, donde los oyentes tienen la posibilidad de llamar y contar en directo para toda España qué fue lo que falló en su relación.

Nunca he entendido qué llevará a una persona a llamar a un programa de radio a las tres de la madrugada para contarles a unos desconocidos por qué su pareja ya no está junto a él o ella. Quizás sea la desesperación. El hecho de contar tus problemas a unos desconocidos puede que te haga sentir más libre, ya que, al no conocerte no pueden juzgarte, sólo conocen tu versión y además no te ven el rostro con lo que es mucho más fácil decir aquello que te amarga a toda España en lugar de a un amigo, familiar o incluso el propio interesado: el novio o novia.

Las relaciones, como todo en la vida, son complicadas porque requieren de esfuerzo, trabajo y dedicación. Muchas veces a pesar de poner todo tu empeño puede que fracases. Quizá la otra persona no puso el mismo ímpetu, quizá hubo una tercera persona, problemas con el alcohol, celos, mentiras, distancia. Hay miles de razones, dicen que cuando el trabajo se va por la puerta, el amor se va por la ventana. También dicen que la distancia hace el olvido, se dicen muchas cosas, pero lo cierto es que siempre habrá alguien que sea la excepción que confirme la regla.

Por eso, cuando veo a parejas que por culpa del trabajo se han visto obligadas a separarse físicamente, no puedo evitar fijarme en que hay casos donde por más kilómetros que haya entre los dos siguen juntos. También hay casos de lo contrario o situaciones de engaño a la pareja con otra persona, incluso hay otros que lo fijan de mutuo acuerdo: una relación abierta. ¿Será esta la solución perfecta? dejarlo todo abierto, desenterrar raíces, no atarse, correr por el mundo libremente. Para algunos, sí la es y así la llevan a cabo.

Teniendo en cuenta que el amor verdadero no existe por definición absoluta, cada persona lo vive de una manera diferente, sin embargo, es cierto que todo se coloca en una balanza y nosotros la inclinamos hacia un lado o hacia el otro.

De todos modos, cabe recordar que si todo falla, al menos, siempre nos quedará París.


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