lunes, 1 de agosto de 2011

Ojos de gata

Tiene casi 30 años y ahí está, delineando sus ojos de gata como cada sábado. Ella reina detrás de la barra durante casi cinco años. A pesar de que su atuendo le resalta todo aquello que en su adolescencia causó estragos, su rostro marca su verdadera edad. Cada noche,  Don Juanes la pretenden.  Ella levanta la ceja y se deja querer, mientras se retoca los labios en el reflejo de una botella Whisky. Ella se vuelve vulgar con cada trago y cada vez que va al baño se humilla un poquito más.  No esconde nada, no entiende de nada, pero ahí está, pensando quién la salvará, pues ella no tiene fuerzas nada más que para caminar subida a sus tacones. Mira los ojos de los demás y lo único que ve reflejado en ellos es su mismo escote. Cuando regresa a casa su aliento desprende humo de un tabaco que ha dejado sus dientes del color del trigo. Se deja caer en su cama y rompe a llorar. Siente que su vida va girando y no puede parar, no va hacia ningún sitio pero está mareada. En su agenda tiene una colección de corazones desvalidos como el de ella, les llama, les llora, ellos la consuelan. Pero su inmenso vacío no desaparece.  Porque ella está hueca.  Una vez se enamoró y esperó para oír aquellas mágicas palabras pero jamás se pronunciaron. No se siente especial pero se merece algo mejor.  Sin embargo el tiempo pasa y ya es otra vez sábado. Ella es la reina de la noche y sale a demostrar que es verde la luz de sus ojos de gata.


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