miércoles, 10 de diciembre de 2014

De ilusión también se vive

Si por algo me hice publicista fue por la ilusión de crear grandes historias en torno a una marca, concepto, objetivo etc... y conseguir que el público se quedase con esa cara que sólo producen los buenos anuncios, claims o  gráficas, es algo así como "ahhh que bueno" sumado a una cara entre sorpresa y gustico.

No es exactamente esa cara la que puse cuando vi el sonado anuncio de la lotería de navidad de este año, el cual además está rodeado de una trama algo "negruzca" en la vida real: robo de idea, timo, no te pago, eres un pringao, ha venido el pez gordo y se lo ha llevado y el pequeño ya tiene una nueva lección que aprender...Así es la vida.

Total que a estas alturas no hace falta que haga ningún tipo de comentario sobre el anuncio ya que los "memes" en las RRSS ya se han encargado de difundirlo a coste cero. Estarán muy contentos los de la agencia ¡Ya lo creo! y el cliente ni te cuento, iba asustado después del anuncio de la lotería que le hicieron el año pasado...aunque eso sí, quedará siempre en nuestra memoria la cara de la Caballé desencajada y la faz de cera de Raphael.



Pero volvamos al tema: la ilusión. Este es el verdadero objetivo del mensaje, en un primer momento la comunicación dejaba claro lo siguiente: Como no compres lotería y les toque a todos los compañeros de trabajo, familiares, amigos, peñas etc. Serás un desgraciado forever, porque no todo el mundo tiene la suerte de tener un amigo tan grande como el del bar ¡Acuérdate! De hecho no han podido ejemplificar a un pobre hombre triste tan bien como lo hace el actor del anuncio: Su piel ajada, sus ojos enrojecidos de llorar y frotarse con frenesí, el pelo cano, blanquecino, flacucho ¡ay qué penica! 



En esta segunda fase del anuncio, que en realidad quiere mostrar lo que hubiera sido los días antes de que se produzca la famosa escena del bar, cuando ya les ha tocado el gordo, vemos de nuevo al señor del bar y al hombre triste. El primero le dice al segundo que si le guarda un décimo y el otro, triste como es dice: Hoy no Antonio, a lo que el susodicho responde: No pierdas la ilusión.

Ahí está, amigos sin ilusión no vas a ningún sitio, la diferencia entre ese hombre triste con pelo grasiento y tú es que él no tiene ilusión y tu sí, por eso vas a ir como loco/a a comprar lotería, nunca te acuerdas de ella pero cada Navidad entra dentro de las miles de tradiciones que haces porque sí. Porque te da la gana, porque un día creíste en los Reyes Magos y hoy crees que te va a tocar lotería, y por fin dejarás el trabajo, mandarás al carajo a todos a los que no aguantas, fundirás la tarjeta a viajes imposibles, ropa, casas, coches, chicos guapos, chicas guapas, fiestas sin fin, perros que caben en bolsos de Gucci y demás estupideces que se hacen cuando tienes mucho dinero, lo sé por experiencia porque "If I was a rich girl" lo haría.

Y yo me pregunto ¿De verdad necesitamos todas estas cosas materiales para ser felices? ¿De verdad necesitamos que nos toque la lotería para tener ilusión? Pues no sé, pero mejor me hago estas preguntas trascendentales desde mi Porsche Panamera blanco descapotable de camino a mi mansión rodeada por viñedos que yo misma cultivo, digo mando cultivar. Fin.


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