jueves, 26 de marzo de 2015

"Era un chico majísimo. Totalmente normal"


Cualquier persona que se autodenomine "normal" no entiende cómo es posible que un piloto de vuelo perfectamente preparado y cualificado sea capaz de estrellar un avión con 150 pasajeros, con total determinación y sangre fría.

 No hay que entenderlo, simplemente son "cosas que pasan" y que pesan en una sociedad que cada vez más demuestra que tiene problemas mucho más serios que una crisis económica. Hablamos de una sociedad que se enfurece cuando un programa de televisión, llamémosle: con muy poca trascendencia, se retrasa unos minutos para dar paso a la noticia que anuncia la tragedia, es entonces cuando una red social estalla en comentarios que dejan ver claramente la poca importancia que tiene para ellos lo sucedido, así como "otros" que dedicaron también unas palabras que vamos a calificar de muy desagradables para aquellos fallecidos nacidos en Cataluña.

En realidad que Andreas Lubitz decidiera estallar ese avión entra dentro de este contexto que acabamos de recordar en unas breves reseñas. Nadie está a salvo de esto. Nadie está salvo de que un día tu cabeza haga "clic" y acabes con todo. El problema es, vale perfecto, acaba con todo, pero contigo mismo, no te lleves a nadie por delante, abre la ventana y salta al vacío, pero no obligues a nadie a hacer lo mismo.

Pero es que Andreas, puede que sintiera un tremendo desprecio por aquellos que sí eran felices y no entendía por qué ellos lo habían conseguido y él no, a pesar de tenerlo todo en la vida, de haber cumplido su sueño de ser piloto, de tener muchos amigos y de ser un chico "majísimo" educado y totalmente normal.

Nunca lo sabremos, quizás no soportaba a su jefe/a, sus compañeros le parecían todos unos indeseables, trepas y egoístas, a lo mejor sentía un tremendo vacío en su interior cada vez que se levantaba y veía a la persona que dormía a su lado, o porque se sentía solo, tenía muchos amigos pero ninguno de ellos le aportaba nada, porque estaban en otra "onda", sólo podían compartir recuerdos de tiempos pasados, le costaba construir algo nuevo, el esfuerzo de prepararse para ser piloto no se veía recompensado porque había descubierto que tampoco le gustaba demasiado y prefería dedicarse a otra cosa, pero no sabía cómo tomar la decisión porque no quería defraudar a sus padres, ellos que tanto querían que su hijo fuera piloto, todo ello sumado a que cada vez que se miraba al espejo y se veía así mismo le daban unas ganas tremendas de romperlo en mis pedazos, troceándose los tendones pero al final nunca lo hacía. Hasta que en ese vuelo el piloto se marchó al baño y entonces sí, algo en su mente se despertó, estaba en letargo, vio la oportunidad y simplemente lo hizo.

Habrá quien haga la reflexión de que hay que aprovechar la vida al máximo porque todos vamos en un avión y no sabemos si un día ese avión se estrellará o no, por lo que debemos intentar no vivir con miedo sino más bien todo lo contrario.

En realidad nadie piensa que esto le vaya a suceder a uno por lo que estos sucesos hacen que pensemos.

¿Si murieras hoy, sentirías que tu vida ha merecido la pena?

La noticia
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/03/26/actualidad/1427366978_979691.html

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