Sonó el teléfono. Normalmente nadie me llama al fijo salvo vendedores de telefonía o gente que se ha equivocado. Esperaba que fuera la segunda opción, la primera me molesta notablemente, aunque claro, una nunca sabe que siempre hay llamadas que pueden ser infinitamente peores. Yo aún no lo sabía pero esta era una de ellas.
- ¿Diga?
- Buenas tardes señora...le llamo del hospital...lamento mucho tener que hacer esta llamada pero su madre acaba de fallecer.
- Pero, ¿qué esta diciendo?..si estaba mejor...parecía que había mejorado ¿cómo es posible?
- Sí, así era, pero este virus es así, impredecible, y actúa según el sistema inmunológico de cada persona, lo lamento muchísimo. Le comunico que en seguida le pasaré con uno de mis compañeros para explicarle cómo es el procedimiento actual con respecto a las personas fallecidas a causa de este nuevo virus.
- Necesito que me asegure que estuvo bien atendida, que no le faltó de nada, por favor, necesito que me diga que no sufrió, que ustedes la trataron bien ¡Maldita sea! por favor, ¡dígamelo!
- Señora, le prometo por mis hijos que su madre estuvo en muy buenas manos, es más, antes de entrar en la UCI me dijo que estaba asustada, yo le contesté que era normal, pero que no se preocupase que todo iba a salir bien, me dijo que su cumpleaños era en junio y que esperaba poder celebrarlo con toda su familia, yo le aseguré que así sería, que no dudara de ello. Quizás me excedí, pero sentí que al decirle estas palabras se calmó y entró mucho más tranquila e incluso bromeó diciendo que su hija la reñiría por ser negativa y que por una vez iba a pensar en positivo.
- Gracias, de verdad, gracias por contármelo.
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