jueves, 23 de enero de 2014

¡Coge el dinero y corre!

Una película de Woody Allen, siempre puede servirte  para inspirarte. En concreto el título de esta película, altamente recomendable, me ha servido para explicar, una nueva lección que he aprendido.

Veréis, ya sabéis aquello de que antes de comprar un producto prefiero probarlo para ver si me gusta.
Esto puede hacerse sin ningún pudor en una frutería pero cuando se trata de personas la cosa puede volverle en tu contra.

Porque la desesperación nunca fue una buena amiga y los lobos andan sueltos, así que más te vale respirar y pensar en una buena estrategia.

¿Serías capaz de vender a alguien un boli? No pretendo hacer un spoiler de "El lobo de Wall Street", así que podéis estar tranquilos. Ahora en serio, si puedes vender un boli, puedes vender lo que quieras. Y lo más importante, el boli no tiene porqué ser bonito, ni siquiera tiene porqué necesitarlo esa persona, es más, puede que ni siquiera tenga tinta, pero ahí está la magia ¿Lo pillas? Estate atento a la jugada porque si no lo haces otro vendrá, cogerá el boli y se lo venderá al primero que pase por la calle, mientras tu te quedas mirando con cara gaseosa al borde de la explosión. ¿Es ético? ¿No lo es? En un mundo donde lo que importa es el dinero y la belleza, requisitos indispensables para triunfar, tienes dos opciones, pero sólo una con éxito asegurado: Coge el dinero y corre.



Bien, una vez hemos llegado a este término, si eres un patán sin escrúpulos puede que te metas en líos, pero si eres un poquito inteligente sabrás sacarle partido a cualquier cosa que hagas, recuerda si has podido vender un boli, serás capaz de vender cualquier cosa. No olvides nunca, que nada es gratis, no se te ocurra dar pistas, pasa la factura antes de que dé tiempo a pestañear, y no te preocupes por el qué dirán, a estas alturas, seguramente ya serás considerado un genio que vende bolis sin tinta. Nunca dudarán de tu valía, has conseguido lo más difícil, lo demás vendrá rodado.

No importa aquello que vendas, tu vida, tus ideas, tus técnicas de oratoria, tu imagen, tus propios productos, tus propios bolis sin tinta, el continente es lo de menos, el protagonista es el contenido, el medio es el camino, tu firma es el sello de calidad. Nunca olvides que si no lo haces tú, vendrá otro, lo hará y se reirá en tu cara, tu tuviste la idea si, pero no fuiste capaz de vender el boli.


Busca el punto débil, los puntos suspensivos, la duda, el silencio, la pausa, propicia el momento, habla claro, conciso y directo. La palabra es el arma más letal. La flecha en la diana. La llave que abre la puerta del éxito. Manéjala con soltura y serás el maestro de lo visible y lo invisible.

Sólo los auténticos "cabecitas" son capaces de convertir su tara en algo brillante, único, aquello que les define y a nadie más. Nadie se para a pensar en la mujer "más normal del planeta" pero sí en la mujer más fea del mundo, o la más guapa, la más tonta o la más lista y viceversa. La cosa va de extremos, así que no te fijes en el medio, destacar es tu objetivo. 


Depende de ti. Si aún no lo has pillado, probablemente estén intentando aprovecharse de ti, sacarte el máximo partido, probarte y probarte. Total para nada, porque no van a comprarte el boli. 

Así que ya sabes, la próxima vez ¡vende el boli, coge el dinero y corre!





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