¡Vamos! ¡Sabemos que sabes quién es! ¡Dí un
nombre! ¡Dí un nombre! ¡Jack! ¡Jack el ventrílocuo!
Broadway Danny Rose, es una película de Woody
Allen, que como en su mayoría muestra las más divertidas y disparatadas
escenas. En esta ocasión, Woody o más bien su personaje, es representante
artístico de los más terribles y fracasados personajes. Un bailarín de claqué
con una sola pierna, un ventrílocuo tartamudo, un loro que toca el piano.
Lo increíblemente divertido de esta y muchas de
las películas de Woody Allen es que aunque su historia parezca ridícula,
irreal, absurda e histriónica, yo siempre pienso que la vida real siempre
supera a las películas de Woody Allen. Es cierto, nuestra vida diaria en la mayoría
de ocasiones es ridícula, absurda, surrealista y sin sentido ninguno.
Lo bueno de las películas es que siempre aparece un fundido negro que indica el fin de la historia, pero la vida no, la vida es más larga y el final incierto.
Ayer, vi Midnight in Paris, también es de Woody Allen. Altamente recomendable. Trata de un matrimonio americano que viaja a París por trabajo con su hija y su futuro yerno. Además de lo indescriptible que puede llegar a ser París, la música es clave, el texto es prácticamente poesía y la historia es mágica.
Imagina que estás en París, tu vida parece encaminada hacia un fin, te casas. Eres escritor, quieres llegar a serlo de verdad, pero estas en el camino difícil, duro. Aún así es tu sueño y lo pretendes perseguir. Cuando parece que todo está escrito, que la vida es como es y que no puedes cambiarla, de madrugada aparece un coche de principios del siglo XX y en él va subido Ernest Hemingway. De pronto estás en los años 20, la edad de oro de la poesía, cultura, y sobre todo del arte en París. La ciudad donde todo aquel que se creía artista acudía sin dudar. Y allí te encuentras con Picasso, Dalí, Belmonte, Buñuel. Una delicia para todos los sentidos. Por la mañana vuelves a tu realidad, al año 2010. Pero cómo seguir tan tranquilamente si has pasado una noche en la corriente del surrealismo. Y vuelves a la noche siguiente, conversas sobre arte, moda, escritura, y de nuevo vuelves a tu vida con la sensación de que ese no es tu sitio. Pero siempre encuentras a alguien que le pasa lo mismo que a ti. Una chica que desearía vivir en la Belle Époque, en la época del Can Can, del espectáculo, con Toulouse Lautrec, los años locos, los del color, la belleza, lo estético. Y a su vez los de la Belle Époque piensan que el Renacimiento fue la era dorada y no la suya.
La moraleja es que siempre parece que cualquier tiempo pasado fue mejor que el actual. Aunque eso hoy en día no es muy difícil de pensar.