martes, 23 de agosto de 2011

Las chicas buenas van al cielo, las malas...a todas partes.

Una frase mítica, una afirmación que ha decorado agendas de instituto, "nics" del Messenger, e incluso camisetas baratas, de esas que llevan escritas frases célebres que hacen que te fijes en ellas para leerlas. Sí, y cada vez más me doy cuenta de que esta frase es una gran verdad.

Cuenta la historia, que una chica joven y vivaz, comenzó a trabajar en un gran medio de comunicación. Al poco tiempo, ella sola se dio cuenta de que había otras formas de labrarse un futuro dentro del sector sin necesidad de acudir a su puesto de trabajo. Así pues, la joven estilosa se presentaba y se colaba en todas las fiestas de “societé” que podía y sabía. En estas fiestas, como si de un pavo real se tratase, desenvolvía todo su carisma, armas de mujer y títulos nobiliarios para sorprender a todos los "grandes influyentes" que allí se reunían.

Como trabaja mucho de noche, de día no se presentaba a su puesto de trabajo, pero esto a ella poco le importaba, porque tonta no era y sabía que cada vez se encontraba más cerca de su objetivo.

Un día, por fin, consiguió que alguien le presentase a un gran director de medios y este quedó prendado de ella. Unos dicen que fue porque se ofreció a trabajar gratis y echaron a la persona que ocupaba un puesto con sueldo para colocarla a ella. Otros, que se plantó en la recepción y no se marchó hasta que la contrataron y otros no sé  lo que dirán pero poco importa. Lo que queda de toda esta historia es que a pesar de dejar una pésima imagen en su anterior puesto de trabajo, de su poca profesionalidad y compromiso, consiguió su objetivo y en poco tiempo lo superó con creces. Sin remordimientos y con una buenísima agenda de contactos subió como la espuma.

Moraleja: Sé fiel a ti misma y no intentes ser quien no eres porque no te saldrá bien. Pero si eres una chica mala alegráte porque siempre tendrás más recursos que la chica buena que siempre hace lo que está mandado. 



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