jueves, 16 de octubre de 2014

Bla, bla, bla y más bla


Dicen que hablar es terapéutico, qué razón tiene ese loco/a sabio/a que lo dijo con conocimiento de causa.

Hablar elimina el estrés, o al menos ayuda bastante, desahoga mucho expresar lo que sientes con un buen oyente a tu lado, te ayuda a no enfermar a sentirte mejor, en definitiva, evita que se te pudra dentro.

Parece mentira, pero en la era de la híper comunicación, en ocasiones es difícil encontrar a alguien que quiera escuchar, por lo general el sujeto suele emitir mensajes al cielo, al hiperespacio, a las redes sociales, pero las respuestas no siempre son reales, quién está al otro lado realmente no le interesa lo que cuentas o quizás sí, pero no emite respuesta, con lo que podríamos concluir que no surte el efecto deseado, es como gritar con la garganta en carne viva en medio de la nada y sentir un vacío tan intenso que pueda reventarte en los pulmones.

Y es que a 45-60 euros la hora en psicólogos que por lo general se dedican a eso, a escuchar, muchas veces no resulta tan placentero como esa charla intempestiva totalmente gratis que te da un familiar, un amigo/a o un desconocido, sí, los desconocidos también se sientan como en un diván imaginario y te cuentan su vida en una cola, una de tantas que hacemos en la vida.
53 años, mujer, con las hijas ya criadas, que quiere estudiar de nuevo, pero se da cuenta de que no tiene ni idea de informática y está atemorizada porque no está segura de que entienda absolutamente nada, además todas somos más jóvenes que ella y a su hija siempre le pide ayuda, pero esta se desespera porque ve que su madre es una negada para los ordenadores y tira la toalla, ella se lamenta pero entiende que las hijas son así, total que ella, que es de fuera, se sacó el carnet de conducir hace 30 años, estando embarazada con una barriga que rozaba el volante, claro la suspendieron porque no podía manejar bien con aquella barriga y además lo de los cinturones de seguridad era una cosa nueva que tuvo que aprender porque antes no había...

¡Qué mala compañía es la soledad!

(No buscada).