martes, 19 de agosto de 2014

Aquel verano que vivimos


Reconócelo, no te encanta el verano por lo que es, sino por lo que fue.




Hace años, cuando no te preocupaba ni el presente, ni el pasado, ni el futuro, cuando vivías pensando en cada segundo, el verano te fascinaba. Los días no pasaban, se deleitaban, la luz que cubría todo tu cielo no cesaba hasta bien entrada la hora de la cena, tu madre te llamaba para que subieras, engullías aquello que tuvieras delante y volvías a la calle, porque la vida estaba ahí fuera.

El agua se convertía en un estado de tu continua actividad, sumergirte en el mar y dejar la mente sin sonido, ni imágenes, no era un reto porque nada podía perturbarte. Las horas caían del reloj como si a nadie le molestase. Ver amanecer era obvio, porque dormir se consideraba algo superfluo que podía hacerse en cualquier otro momento del día.

Pero si tuvieras que detenerte en un instante en concreto, seguro que lo harías en aquel verano. Todo el mundo tiene su verano, ese que no podrás olvidar jamás, porque jamás te sentiste tan vivo.



Acuérdate como hiciste la maleta, al reunirte con tus amigos, sentías como la adrenalina te salpicaba dentro,  como la cebolla cuando la echas en aceite hirviendo. Y te fuiste, durante unos días, tu mundo se detuvo, como en una hoja en blanco paralela a tu vida y ahí escribiste una nueva historia. Días de música en vivo con el aire de la noche que te erizaba el vello de la nuca, esas cervezas hundidas en la arena de la playa, aquella moto que compartiste con tres personas más y que te acompañó descubriendo todos los rincones de tu isla favorita. Esas conversaciones que te marcarían para siempre, esos escenarios que nunca antes habías visto y que no podían comparase con nada, porque nada podía superar su belleza, esas cenas y comidas comunitarias incomibles que te hacían reír hasta que te dolía el estómago, porque lo de menos era comer, esos besos robados a la luz de la luna, las promesas que juraban "El verano que viene volvemos" "Esto hay que repetirlo". Ese extraño sentimiento que te hacía creer que todo seria siempre así.

Dicen que donde has sido feliz, jamás has de volver, sea cierto o no, lo único que es verdad es que aquel verano fue único e irrepetible.


Y a causa de aquel verano, cada año, justo cuando empiezan a alargarse los días y el calorcito se va acercando, cuando te das el primer baño y un ligero cosquilleo te recorre el cuerpo, en ese instante esa sensación vuelve a ti y es entonces cuando piensas que el verano es maravilloso.